Actualmente se puede visitar el "Molino del Rezuelo", situado en el paraje el Rezuelo, obra que ha sido reformada por la Escuela Taller de Membrilla.
El Molino del Rezuelo era uno de los once molinos de agua que jalonaron el recorrido de esta corriente fluvial a su paso por Membrilla. Recibían los nombres de Molino Chico, Molino del Paso, Molino del Comendador, Molino de Juárez, Molino de Diego del Vado, Molino de Pedro González, Molino de María Martín, Molino de Piña, Molino del Rezuelo, Molino del Blanquillo y Molino de Santa Ana, y se distribuían en este orden por el cauce membrillato, en la dirección de La solana a Manzanares.
La gran mayoría de estas máquinas se encuentran en la actualidad en diferentes estados de ruina, solamente el Molino del Rezuelo se mantiene dignamente en pie, permaneció activo hasta finales de los años setenta.
Las características de estas máquinas que tan importantes han sido en nuestros campos y ciudades, además de que la cercanía del núcleo de población, apenas dos kilómetros, hacen posible visitarlo dando una grato paseo.
La construcción de un molino de agua, aunque aparentemente rústica, si sólo observamos su aspecto superficialmente, requería de la intervención de personas muy expertas que conocían a la perfección el cauce del río, sus caprichos y particularidades. Buscaban los desniveles tan difíciles de encontrar en nuestra Mancha plana y desviaban un "brazo" de agua de su curso natural, mediante una canal poco profundo que era llamado caz o cass.
La tierra que se sacaba de este canal, que discurría paralelo a la corriente del río, se depositaba en sus márgenes, lo que le servía de refuerzo, y si no resultaba suficiente aportaban más de las tierras de los alrededores.
El caz moría en el cubo, un pequeño embalsamiento de agua cuya función era ir reteniendo los aportes del canal. Si el agua embalsada superaba la capacidad del cubo, se vertía por una especie de portillo de seguridad, llamado ladrón, que la devolvía a su cauce natural.
Todo este sistema de conducción y almacenamiento del agua debía ser mantenido continuamente para que no se degradar y el molino funcionara al límite de sus posibilidades. El cubo tenía que ser reforzado, repuesta la tierra de sus márgenes y vigilado muy de cerca para evitar fugas o taponamientos. Era normal que el refuerzo del caz se hiciera con lanchas de piedra o con la plantación de árboles que fijaban con sus raíces el terreno.
Una represa de mampostería cerraba el cubo del molino, compartiendo las fundaciones de retención de agua con las de estructura del propio molino, pues era uno de los cuatro paramentos con que contaba el edificio.
El agua era encauzada para que pasar a presión por debajo del molino y pusiera en marcha las paletas del eje, con cuyo movimiento se transmitía una fuerza de rotación a las muelas de piedra, auténticas artífices del trabajo del molinero.
El grano caía por un sencillo mecanismo entre las piedras del molino y era convertido en polvo gracias al peso de las piedras y al mecanismo de giro.
Evidentemente, la actividad de estos molinos dependía del nivel del cauce y era muy normal que sólo pudieran trabajar en los períodos lluviosos de invierno, teniendo que llevarse el grano en verano a los Reales Molinos de Ruidera o a los molinos movidos por la fuerza de animales: tahonas.
El Rezuelo contó originalmente con tres piedras moledoras, aunque en la actualidad solo quedan dos.
Eran muchos los productos obtenidos de estas antiguas fábricas. En primer lugar, un sistema de cribas apartaba la harina de las impurezas y después se separaba el salvado, la cáscara del grano. A partir de este momento, podían obtenerse diversas calidades de harina, en función de la finura del producto deseada.